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martes, 17 de diciembre de 2013

SE RINDE JUSTO RECONOCIMIENTO A PIONEROS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SANTUARIO.






Este 12 de octubre, la comunidad de creyentes de Villa de Canalejas rindieron un justo reconocimiento s los pioneros de la construcción del Santuario Guadalupano del lugar, cuya construcción inició un 15 de diciembre de 1895.

Después de la ceremonia religiosa presidida por el Obispo de la diócesis de Atlacomulco, Mons. Juan Martínez, él mismo bendijo las esculturas erigidas a los sacerdotes Cesáreo de Jesús Mondragón Felipe de Jesús Maldonado, y a los señores Santiago y Gerónimo Noguez. Dichas esculturas fueron colocadas en la cima del cerro, en la bifurcación del camino al Santuario, donde se juntan el camino de subida y el de bajada.


Pbro. Cesáreo de Jesús Mondragón:
 


Nació en Jocotitlán, México el 7 de agosto de 1845. Hijo de José María Mondragón y de María Josefa Lovera. Hizo sus primeros estudios en su tierra natal. Ingresó al Seminario Conciliar de México y el 10 de julio de 1874 solicitó las primeras órdenes. Recibió el presbiterado poco después de haber terminado sus estudios.
Prestó sus servicios sacerdotales en Huichapan, Hidalgo, y en Jilotepec, siendo en este último Vicario y luego Párroco. A iniciativa de él se comenzaron las obras de construcción del Santuario Guadalupano en el Cerro de Canalejas, cuando era Cura párroco de Jilotepec. Murió el 15 de septiembre de 1915.

Como última voluntad suya, sus restos mortales descansan a un costado del altar donde se encuentra la Piedrita, en el Santuario.

Pbro. Felipe de Jesús Maldonado:
 


Nació en Jilotepec el 4 de febrero de 1865. Hizo sus primeros estudios en su tierra natal, ingresó al Seminario Conciliar de México y fue ordenado sacerdote en 1888. Prestó sus servicios sacerdotales en Tacuba, Acambay, San Andrés Timilpan, Tolcayuca y Chapa de Mota. Voluntariamente renunció a los honores merecidos por su carrera sacerdotal y a la comodidad de su casa en Jilotepec para prestar sus servicios como capellán en Canalejas y consagrar el resto de sus días y energías al servicio de la Virgen de Guadalupe.

El 20 de febrero de 1917 se hizo cargo, como primer Capellán, de la Iglesia de Canalejas y de las obras del templo, y desde entonces vivió en un cuarto incómodo y frío que construyó cerca de La Capilla, más tarde en otro construido en los sótanos del actual Santuario y comía lo que los fieles de Canalejas le convidaban. Diariamente visitaba las obras del Santuario siendo frecuente que pasara el día entero con los trabajadores y aceptara de ellos el pan y la sal.

Comprendiendo que su fin estaba cercano, hizo cavar su tumba en el Santuario a cuya construcción decidió dedicar sus últimos días. Murió el 8 de marzo de l937 en Tacuba. Sus restos mortales fueron trasladados a Canalejas y descansan en la tumba que él en vida mandó cavar en la capilla del lado derecho.

Los señores Santiago Noguez Castillo y. Gerónimo Noguez Padilla.
 
Padre e hijo, respectivamente, dedicaron su vida a trabajar en la construcción del santuario. Vivieron los acontecimientos relativos a la revolución y la persecución religiosa en estos lares, por lo que se convirtieron en libros vivientes del siglo XX.

sábado, 31 de agosto de 2013

DENOMINACIÓN



Munchos nos hemos preguntado, ¿por qué el pueblo se llama Canalejas?, el origen del nombre no se conoce con certeza; hay quienes afirman que la denominación se debe al apellido de alguno de los que rentaron este lugar, que era un rancho perteneciente a la hacienda de Arroyo Zarco. A este respecto, existe en el Pueblo una calle a la que se le denominó María Canales, quien según la versión popular, fuera dueña de la Hacienda de Arroyo Zarco, a la que perteneció el rancho de Las Canalejas, y esposa o familiar de la esposa de Don Francisco I. Madero, quien fuera Presidente de nuestro País. Afirmaciones incorrectas porque: La esposa de Madero fue doña Sara Pérez, hija de Don Macario Pérez, quien fuera dueño de la Hacienda de la Cofradía, junto con sus tres hijos, (esta hacienda se localiza actualmente a un kilómetro de distancia de Aculco por la carretera 55 Toluca – Palmillas) y administrador de la Hacienda de Arroyo Zarco. En segundo lugar, María Canales nunca existió, se le confunde con Doña María de Aguilar, viuda de Velazco, dueña de “Las Canalejas”, ya con este nombre, allá por 1670, y los acontecimientos relativos a Madero ocurren a principios del siglo XX. Otra versión dice que María Canales viuda de Verdugo era ama de llaves de la dueña de la hacienda y posteriormente heredera, afirmación también incorrecta; lo cierto es que existió a finales del siglo XIX y principios del XX Doña Dolores Rosas Viuda de Verdugo, quien fuera dueña de la Hacienda de Arrollo Zarco y tía de Sara Pérez. Además, el Rancho de Las Canalejas nunca perteneció a la citada hacienda. Las Canalejas no fue tomada en posesión por las haciendas ya que desde su fundación fue constituido rancho para beneficio de los indios que ahí habitaban. Al no haber existido María Canales, les queda ahora a las autoridades epónimas sustituir dicho nombre a la mencionada calle por el de María de Aguilar viuda de Velazco, que es lo correcto.
Una segunda hipótesis en sentido acomodaticio la sostienen los esotéricos, dándole a Canalejas un significado místico y cabalístico: “Lugar donde se cuentan las veintenas[1] o lugar donde se cuentan los tiempos” o “en cada veintena se reúnen es ese lugar”, haciendo derivar la palabra de dos etimologías del habla Hñähñu u otomí: Cana con significado de veintena, y Lejas significando reunión en ese lugar. Dando a entender que este paraje era centro de reunión de los otomíes. Aun cuando el Cerro de Canalejas fue un centro religioso, la denominación y significado también son incorrectos ya que el nombre en cuestión no tiene antecedentes del otomí. Para esta cultura, toda la región de Jilotepec llevaba por nombre Denxi o Madenxi, y posteriormente Amadöntaxi que es el equivalente en otomí del Jilotepec en Náhuatl.
Por mi parte me inclino por una tercera versión. El nombre original no es simplemente Canalejas, sino Las Canalejas; y esta denominación se debe a sus muchos canales que tiene, formados por las lluvias, haciendo correr el agua de temporal en diferentes lugares y direcciones como si fueran canales, zanjas, canaletas o canalejas, de donde se tomó el nombre. Prueba de esto es que en los documentos coloniales, se le denomina “Las Canalejas”. Entre estos documentos se encuentra uno con fecha del 12 de febrero de 1794, en el que Don Manuel de Valenzuela, subdelegado de la Jurisdicción de Jilotepec y Provincia de Huichapan, en cumplimiento de la orden del 29 de julio de 1792, del Señor Don Bernardo Moravia, intendente de la Provincia de México, en que se le pidió una clara y exacta relación de los nombres y sobrenombres de las poblaciones, barrios, haciendas, ranchos, minas, ríos, puentes, lagunas, caminos, ventas, cerros, montes, puentes, manantiales, y demás, escribe al Virrey Conde de Revillagigedo, informándole que “en esta provincia de Xilotepec, existen 10 curatos, que son: Huichapan, Alfaxayucan, Chapantongo, Taxquillo, Tecosautla, Xilotepec, Aculco, Acambay, Chapa de Mota, Villa Nueva de Nuestra Señora de la Peña de Francia, alias, Villa del Carbón”. De cada uno da una pormenorizada información, y al describir el curato de San Pedro y San Pablo Xilotepec, menciona el rancho de “Las Canalejas”, como uno de sus componentes. Y más adelante, al citar los montes cita“…el cerro de Las Canalejas, de este, vulgarmente se dice estar en el paraje más alto que tiene el reino, pues alcanza a verse muchas leguas de distancia…”. Es hasta mediados del siglo XIX cuando se comienza a omitir el artículo quedando solamente “Canalejas”.


[1] La veintena hace referencia a cómo los antiguos Mexicanos contaban los tiempos: dieciocho meses de veinte días cada uno y un periodo infausto de cinco días, y en el cual los meses hacen referencia a las cosechas.

lunes, 29 de julio de 2013

EL LUGAR Y SU GENTE

Canalejas es una de las comunidades del Municipio de Jilotepec con más habitantes, ya que según el censo de 1990 contaba con 1675 habitantes y de acuerdo al del 2000 con 3299, habitantes, y en el de 2010, 3117 habitantes. Está situada en la parte norte del Estado de México, pertenece al municipio de Jilotepec de cuya cabecera está al noreste y dista poco más de 5 kilómetros por la carretera 13 estatal Jilotepec - Maravillas. Tiene una superficie aproximada de 1594 hectáreas según las actas de dotación de ejido o 1680.0942 hectáreas de acuerdo a la carta topográfica del INEGI, de 1978. Se encuentra localizada geográficamente en latitud 19.9783 y longitud -99.6072 y a una altitud de 2754 msnm.
Sus colindancias son: al norte con Buena Vista, La Comunidad y Calpulalpan, al sur con San Lorenzo Octeyuco y Magueycitos, al oriente con Octeyuco 2000 y Agua Escondida, al poniente con Llano Grande, El Rincón y Calpulalpan.

En cuanto a Hidrología no cuenta con abundantes cuerpos de agua, pero no por ello dejan de ser importantes, ya que existen algunos manantiales como El “ojo de agua”, el de “Las Pilas” y “Pozos viejos”, y algunos pozos de temporada. Una represa de temporada, un arroyo que recogía las aguas del “ojo de agua” y las de lluvia, pero que en un aparte se ha convertido en receptor de las aguas residuales del área urbana y otra ya es un lecho seco y en otras secciones ya ha desaparecido.

El clima es templado subhúmedo con lluvias en verano, siendo julio y agosto los meses de mayor incidencia. La flora se compone de encinales, ocotales, arbustos, hierbas y pastos, así como el cultivo familiar de árboles frutales y hortalizas. Posee una fauna silvestre variada compuesta por pájaros de variadas especies, conejos, gavilán, tusa, ardilla, zorrillo, armadillo, tlacuache, zorros. Animales domésticos como gallinas, palomas, guajolotes, borregos, caballos, burros, cerdos y reses.

Este pintoresco lugar, se ubica entre varios cerros, algunos de los cuales son arbolados y en otros ya se ha agotado su floresta, Su relieve está dominado por planicies y algunas zonas abruptas. Entre los cerros se encuentran el Toté, hoy conocido como parque “El Llano”, “El Cerrito” o también llamado el Xidenxi y la Loma del Juego, estos aún conservan parte de sus bosques así como también algunos lugares de la periferia, sobre todo por los caminos que llevan a Huapango, Llano Grande, Buena Vista y La Comunidad. Pero también, si se tiene por costumbre dejar la cama a temprana hora, se pueden apreciar hermosas alboradas acompañadas del trinar de los pájaros. Dicen los abuelos que antes había una gran variedad de aves: zenzontles, jilgueros, gorriones, calandrias, canarios, carpinteros, entre otros; últimamente también estas criaturas de la naturaleza se ven amenazadas por la mano civilizada del hombre.

Con la salida del sol también comienza el andar de las gentes: las señoras llevan sus cubetas de nixtamal a los molinos para después hacer las tortillas, aunque otras prefieren comprarlas. Los jóvenes adolescentes y niños se encaminan a las escuelas. Aquí en el pueblo las hay hasta la media superior o bachillerato; pero algunos prefieren desplazares hasta Jilotepec. Las personas, adultos y jóvenes, se dirigen a sus trabajos, aunque la mayoría de estas salen del pueblo en busca del pan de cada día; por esta razón, en las primeras horas de la mañana es común mirar pasar llenos los microbuses que van para Jilotepec. Algunos ya no pueden trasladarse en ése y deben esperar a que pase el siguiente; no esperan mucho tiempo porque ahora el servicio ya es bastante regular, a diferencia de muchos ayeres en que éste servicio era escaso. Los viernes, como es el tianguis en Jilotepec, hay más servicio de transporte.

De los señores que se quedan en el pueblo y tienen sus pocas vacas o borregas, algunos las sacan a pastar a las besanas de las milpas, por eso, cuando regresan a sus casas para el almuerzo, llegan con el pantalón mojado de rocío. Las gentes de edad avanzada platican que hace ya algún tiempo a las señoras les llamaban “molenderas” porque se encargaban de moler el nixtamal en el metate y llevar el almuerzo a sus esposos a la milpa o al lugar de trabajo; pero ahora ya son menos quienes quieren dedicarse a la agricultura, por eso cada cual se dedica como puede a lo suyo, por lo que se está dando un paulatino abandono del campo. Existen otros que se dedican a la engorda del ganado y tiene sus corrales acondicionados para ello.

Otros más salen temprano y por la tarde a recoger la aguamiel o tlachique y poder con este elaborar el pulque: a pie o montados en su burro o caballo alegres van silbando una melodía. A estos se le denomina “tlachiqueros”. Existen versos populares que recuerdan este oficio:

“Sácate el acocote, vámonos a raspar,

ésos magueyes viejos algo nos han de dar…”

Ya en la tarde, cuando las personas han regresado de la escuela o de sus trabajos, algunos jóvenes gustan de practicar el básquetbol en la cancha que se encuentra frente a la casa parroquial, a un costado de la plazoleta, van pocos porque otros no tiene tiempo ya que es necesario colaborar en los quehaceres domésticos y también porque el espacio no es suficiente. Quienes han tenido la oportunidad de ser autoridades del lugar no se han ocupado en dotar a los jóvenes y niños de adecuados espacios de sano esparcimiento.

Por las tardes es agradable pasear, a pie o en bicicleta, hasta El Bosque o El Cerrito, se respira aire fresco, los pajarillos nos deleitan con sus oraciones de la tarde y, si se llega hasta  “La Calzada” del Santuario, concretamente a la primera escalinata del lado oeste, desde allí se puede apreciar la puesta del sol: cuando se va ocultando, desde que el disco solar empieza hasta que termina, no tarda ni cinco minutos en desaparecer; el cielo va cambiando de distintos tonos policromados: rojo, violeta, púrpura, amarillo, algunas rayas blancas y otras negras.

Los domingos es cuando se da más movimiento en el pueblo porque la gente, que es muy religiosa, va a misa y al tiánguis que aquí le llaman “la plaza”. A muchos jóvenes les gusta ir a misa de una de la tarde porque es un buen pretexto para encontrarse con sus parejas. Para el observador común del lugar, un domingo en Canalejas rompe la rutina y le puede dar temas para hablar toda la semana: se confunde la algazara de la gente con el ruido de los motores de los vehículos, se mezclan los gritos de los tianguistas con las voces de los compradores, algunas familias degustan su consomé y barbacoa en las fondas o puestos. Pasado el mediodía se encuentra bastante gente a pie de carretera esperando el autobús que les llevará a la Ciudad de México o los microbuses para trasladarse a Jilotepec y de ahí a México, ya sea porque allá tienen su empleo o porque allá radican y únicamente vienen en plan de visita el fin de semana. Durante los otros días el pueblo es tranquilo, por eso, algunas personas que lo han visitado irónicamente le nombran “Pueblo Quieto”. Otra forma de entretenerse el fin de semana es acudir como espectador o como jugador a los partidos de fútbol.

El gentilicio de los habitantes de esta tierra de Dios es Canalejense, aunque en el lenguaje corriente se le denomina Canalejo. También hay seudónimos para identificarlos: se les nombra los Ahumados (pronunciando la h como una j), los Empichados o los Patas Rojas. Tal vez las nuevas generaciones ignoren la razón de estos sobrenombres, la cual es la siguiente:

Se les llama “Ahumados” (o ajumados) porque allá por los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, los habitantes se dedicaban a la elaboración del carbón de madera, por lo que constantemente traían sus ropas y piel cubiertas del tizne o humo del mismo, y es de donde viene el seudónimo. O también, porque como era común usar la madera de ocote como combustible, el humo de este se impregnaba en sus ropas. Ahora la civilización ha hecho la vida más cómoda y fácil, pero a mediados del siglo XIX y anteriormente era sumamente difícil conseguir un cerillo, por lo que se hacía necesario conservar el fuego con las brazas bajo la ceniza; y en caso de que se apagaran, se acudía con el vecino más cercano por un tizón para volver a prender el fuego del hogar.

“Los Patas Rojas” porque por aquellas mismas fechas no había transporte motorizado para trasladarse a Jilotepec; los menos se transportaban a lomo de caballo o burro, pero los más lo hacían a pie. El suelo del trayecto entre Canalejas y Jilotepec es de tierra roja, y como vestían a la usanza indígena: camisa y pantalón blanco, cuando llegaban a la cabecera municipal, traían colmados de polvo rojo los pies hasta la altura de las rodillas. Cabe aquí hacer mención que aun hoy es identificable buena parte del antiguo camino a Jilotepec, que describiré más adelante.

“Los empichados”, porque el invierno en Canalejas es crudo y el frío cala hasta los huesos, por lo que durante la mayor parte del día, los habitantes que se dedicaban al trabajo del campo, traían puesta su cobija, sarape o jorongo a los cuales también se les denominaba “pichas”, aunque su significado de diccionario es totalmente diferente. Por esta razón, jocosamente se dice que en Canalejas solamente existen dos estaciones: la de los taxis y la del invierno.

El pueblo, para una mejor administración, se ha organizado en 6 secciones o manzanas, a saber: 1ª manzana: El Cerro, 2ª manzana: Bixe. 3ª manzana: El Barrete. 4ª manzana: Pozos Viejos. 5ª manzana: El Chiquigüite, y 6ª manzana: El Toté o El Monte. Hasta hace poco se consideraba como 7ª manzana: El Ejido, que está dividido en dos secciones: Téupa y el Magueyal, pero actualmente son ya comunidades independientes.
 Para ubicarlo: http://mexico.pueblosamerica.com/mapas/canalejas

PRESENTACIÓN






En el 2009, en edición privada, publiqué el libro “Las canalejas, un enfoque histórico y antropológico”, con registro No. 03-2006-071810440700-01, mismo que sigue a la venta en la papelería “MARSAN” o “de los viejitos” de Canalejas. Este libro es una monografía del pueblo, ahora Villa de Canalejas en el que recopilé su historia, relatos, costumbres, tradiciones.... Es mi intensión ahora publicar paulatinamente en este blog,  algunos extractos de dicho libro así como mantenerlo actual con los hechos relevantes que se vallan sucediendo. Espero y sea de tu agrado.
Si el lector tuviera alguna información que considere relevante y desee participar, le agradeceré me la haga llegar para enriquecer el trabajo.