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lunes, 29 de julio de 2013

EL LUGAR Y SU GENTE

Canalejas es una de las comunidades del Municipio de Jilotepec con más habitantes, ya que según el censo de 1990 contaba con 1675 habitantes y de acuerdo al del 2000 con 3299, habitantes, y en el de 2010, 3117 habitantes. Está situada en la parte norte del Estado de México, pertenece al municipio de Jilotepec de cuya cabecera está al noreste y dista poco más de 5 kilómetros por la carretera 13 estatal Jilotepec - Maravillas. Tiene una superficie aproximada de 1594 hectáreas según las actas de dotación de ejido o 1680.0942 hectáreas de acuerdo a la carta topográfica del INEGI, de 1978. Se encuentra localizada geográficamente en latitud 19.9783 y longitud -99.6072 y a una altitud de 2754 msnm.
Sus colindancias son: al norte con Buena Vista, La Comunidad y Calpulalpan, al sur con San Lorenzo Octeyuco y Magueycitos, al oriente con Octeyuco 2000 y Agua Escondida, al poniente con Llano Grande, El Rincón y Calpulalpan.

En cuanto a Hidrología no cuenta con abundantes cuerpos de agua, pero no por ello dejan de ser importantes, ya que existen algunos manantiales como El “ojo de agua”, el de “Las Pilas” y “Pozos viejos”, y algunos pozos de temporada. Una represa de temporada, un arroyo que recogía las aguas del “ojo de agua” y las de lluvia, pero que en un aparte se ha convertido en receptor de las aguas residuales del área urbana y otra ya es un lecho seco y en otras secciones ya ha desaparecido.

El clima es templado subhúmedo con lluvias en verano, siendo julio y agosto los meses de mayor incidencia. La flora se compone de encinales, ocotales, arbustos, hierbas y pastos, así como el cultivo familiar de árboles frutales y hortalizas. Posee una fauna silvestre variada compuesta por pájaros de variadas especies, conejos, gavilán, tusa, ardilla, zorrillo, armadillo, tlacuache, zorros. Animales domésticos como gallinas, palomas, guajolotes, borregos, caballos, burros, cerdos y reses.

Este pintoresco lugar, se ubica entre varios cerros, algunos de los cuales son arbolados y en otros ya se ha agotado su floresta, Su relieve está dominado por planicies y algunas zonas abruptas. Entre los cerros se encuentran el Toté, hoy conocido como parque “El Llano”, “El Cerrito” o también llamado el Xidenxi y la Loma del Juego, estos aún conservan parte de sus bosques así como también algunos lugares de la periferia, sobre todo por los caminos que llevan a Huapango, Llano Grande, Buena Vista y La Comunidad. Pero también, si se tiene por costumbre dejar la cama a temprana hora, se pueden apreciar hermosas alboradas acompañadas del trinar de los pájaros. Dicen los abuelos que antes había una gran variedad de aves: zenzontles, jilgueros, gorriones, calandrias, canarios, carpinteros, entre otros; últimamente también estas criaturas de la naturaleza se ven amenazadas por la mano civilizada del hombre.

Con la salida del sol también comienza el andar de las gentes: las señoras llevan sus cubetas de nixtamal a los molinos para después hacer las tortillas, aunque otras prefieren comprarlas. Los jóvenes adolescentes y niños se encaminan a las escuelas. Aquí en el pueblo las hay hasta la media superior o bachillerato; pero algunos prefieren desplazares hasta Jilotepec. Las personas, adultos y jóvenes, se dirigen a sus trabajos, aunque la mayoría de estas salen del pueblo en busca del pan de cada día; por esta razón, en las primeras horas de la mañana es común mirar pasar llenos los microbuses que van para Jilotepec. Algunos ya no pueden trasladarse en ése y deben esperar a que pase el siguiente; no esperan mucho tiempo porque ahora el servicio ya es bastante regular, a diferencia de muchos ayeres en que éste servicio era escaso. Los viernes, como es el tianguis en Jilotepec, hay más servicio de transporte.

De los señores que se quedan en el pueblo y tienen sus pocas vacas o borregas, algunos las sacan a pastar a las besanas de las milpas, por eso, cuando regresan a sus casas para el almuerzo, llegan con el pantalón mojado de rocío. Las gentes de edad avanzada platican que hace ya algún tiempo a las señoras les llamaban “molenderas” porque se encargaban de moler el nixtamal en el metate y llevar el almuerzo a sus esposos a la milpa o al lugar de trabajo; pero ahora ya son menos quienes quieren dedicarse a la agricultura, por eso cada cual se dedica como puede a lo suyo, por lo que se está dando un paulatino abandono del campo. Existen otros que se dedican a la engorda del ganado y tiene sus corrales acondicionados para ello.

Otros más salen temprano y por la tarde a recoger la aguamiel o tlachique y poder con este elaborar el pulque: a pie o montados en su burro o caballo alegres van silbando una melodía. A estos se le denomina “tlachiqueros”. Existen versos populares que recuerdan este oficio:

“Sácate el acocote, vámonos a raspar,

ésos magueyes viejos algo nos han de dar…”

Ya en la tarde, cuando las personas han regresado de la escuela o de sus trabajos, algunos jóvenes gustan de practicar el básquetbol en la cancha que se encuentra frente a la casa parroquial, a un costado de la plazoleta, van pocos porque otros no tiene tiempo ya que es necesario colaborar en los quehaceres domésticos y también porque el espacio no es suficiente. Quienes han tenido la oportunidad de ser autoridades del lugar no se han ocupado en dotar a los jóvenes y niños de adecuados espacios de sano esparcimiento.

Por las tardes es agradable pasear, a pie o en bicicleta, hasta El Bosque o El Cerrito, se respira aire fresco, los pajarillos nos deleitan con sus oraciones de la tarde y, si se llega hasta  “La Calzada” del Santuario, concretamente a la primera escalinata del lado oeste, desde allí se puede apreciar la puesta del sol: cuando se va ocultando, desde que el disco solar empieza hasta que termina, no tarda ni cinco minutos en desaparecer; el cielo va cambiando de distintos tonos policromados: rojo, violeta, púrpura, amarillo, algunas rayas blancas y otras negras.

Los domingos es cuando se da más movimiento en el pueblo porque la gente, que es muy religiosa, va a misa y al tiánguis que aquí le llaman “la plaza”. A muchos jóvenes les gusta ir a misa de una de la tarde porque es un buen pretexto para encontrarse con sus parejas. Para el observador común del lugar, un domingo en Canalejas rompe la rutina y le puede dar temas para hablar toda la semana: se confunde la algazara de la gente con el ruido de los motores de los vehículos, se mezclan los gritos de los tianguistas con las voces de los compradores, algunas familias degustan su consomé y barbacoa en las fondas o puestos. Pasado el mediodía se encuentra bastante gente a pie de carretera esperando el autobús que les llevará a la Ciudad de México o los microbuses para trasladarse a Jilotepec y de ahí a México, ya sea porque allá tienen su empleo o porque allá radican y únicamente vienen en plan de visita el fin de semana. Durante los otros días el pueblo es tranquilo, por eso, algunas personas que lo han visitado irónicamente le nombran “Pueblo Quieto”. Otra forma de entretenerse el fin de semana es acudir como espectador o como jugador a los partidos de fútbol.

El gentilicio de los habitantes de esta tierra de Dios es Canalejense, aunque en el lenguaje corriente se le denomina Canalejo. También hay seudónimos para identificarlos: se les nombra los Ahumados (pronunciando la h como una j), los Empichados o los Patas Rojas. Tal vez las nuevas generaciones ignoren la razón de estos sobrenombres, la cual es la siguiente:

Se les llama “Ahumados” (o ajumados) porque allá por los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, los habitantes se dedicaban a la elaboración del carbón de madera, por lo que constantemente traían sus ropas y piel cubiertas del tizne o humo del mismo, y es de donde viene el seudónimo. O también, porque como era común usar la madera de ocote como combustible, el humo de este se impregnaba en sus ropas. Ahora la civilización ha hecho la vida más cómoda y fácil, pero a mediados del siglo XIX y anteriormente era sumamente difícil conseguir un cerillo, por lo que se hacía necesario conservar el fuego con las brazas bajo la ceniza; y en caso de que se apagaran, se acudía con el vecino más cercano por un tizón para volver a prender el fuego del hogar.

“Los Patas Rojas” porque por aquellas mismas fechas no había transporte motorizado para trasladarse a Jilotepec; los menos se transportaban a lomo de caballo o burro, pero los más lo hacían a pie. El suelo del trayecto entre Canalejas y Jilotepec es de tierra roja, y como vestían a la usanza indígena: camisa y pantalón blanco, cuando llegaban a la cabecera municipal, traían colmados de polvo rojo los pies hasta la altura de las rodillas. Cabe aquí hacer mención que aun hoy es identificable buena parte del antiguo camino a Jilotepec, que describiré más adelante.

“Los empichados”, porque el invierno en Canalejas es crudo y el frío cala hasta los huesos, por lo que durante la mayor parte del día, los habitantes que se dedicaban al trabajo del campo, traían puesta su cobija, sarape o jorongo a los cuales también se les denominaba “pichas”, aunque su significado de diccionario es totalmente diferente. Por esta razón, jocosamente se dice que en Canalejas solamente existen dos estaciones: la de los taxis y la del invierno.

El pueblo, para una mejor administración, se ha organizado en 6 secciones o manzanas, a saber: 1ª manzana: El Cerro, 2ª manzana: Bixe. 3ª manzana: El Barrete. 4ª manzana: Pozos Viejos. 5ª manzana: El Chiquigüite, y 6ª manzana: El Toté o El Monte. Hasta hace poco se consideraba como 7ª manzana: El Ejido, que está dividido en dos secciones: Téupa y el Magueyal, pero actualmente son ya comunidades independientes.
 Para ubicarlo: http://mexico.pueblosamerica.com/mapas/canalejas

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