
En cuanto a Hidrología no cuenta con abundantes cuerpos de agua, pero
no por ello dejan de ser importantes, ya que existen algunos manantiales como
El “ojo de agua”, el de “Las Pilas” y “Pozos viejos”, y algunos pozos de
temporada. Una represa de temporada, un arroyo que recogía las aguas del “ojo
de agua” y las de lluvia, pero que en un aparte se ha convertido en receptor de
las aguas residuales del área urbana y otra ya es un lecho seco y en otras
secciones ya ha desaparecido.
El clima es templado subhúmedo con lluvias en verano, siendo julio y
agosto los meses de mayor incidencia. La flora se compone de encinales, ocotales,
arbustos, hierbas y pastos, así como el cultivo familiar de árboles frutales y
hortalizas. Posee una fauna silvestre variada compuesta por pájaros de variadas
especies, conejos, gavilán, tusa, ardilla, zorrillo, armadillo, tlacuache,
zorros. Animales domésticos como gallinas, palomas, guajolotes, borregos,
caballos, burros, cerdos y reses.
Este
pintoresco lugar, se ubica entre varios cerros, algunos de los cuales son
arbolados y en otros ya se ha agotado su floresta, Su relieve está dominado por
planicies y algunas zonas abruptas. Entre los cerros se encuentran el Toté, hoy
conocido como parque “El Llano”, “El Cerrito” o también llamado el Xidenxi y la
Loma del Juego, estos aún conservan parte de sus bosques así como también
algunos lugares de la periferia, sobre todo por los caminos que llevan a
Huapango, Llano Grande, Buena Vista y La Comunidad. Pero también, si se tiene
por costumbre dejar la cama a temprana hora, se pueden apreciar hermosas
alboradas acompañadas del trinar de los pájaros. Dicen los abuelos que antes
había una gran variedad de aves: zenzontles, jilgueros, gorriones, calandrias,
canarios, carpinteros, entre otros; últimamente también estas criaturas de la
naturaleza se ven amenazadas por la mano civilizada del hombre.
Con la salida del sol también comienza el andar de
las gentes: las señoras llevan sus cubetas de nixtamal a los molinos para
después hacer las tortillas, aunque otras prefieren comprarlas. Los jóvenes
adolescentes y niños se encaminan a las escuelas. Aquí en el pueblo las hay
hasta la media superior o bachillerato; pero algunos prefieren desplazares
hasta Jilotepec. Las personas, adultos y jóvenes, se dirigen a sus trabajos,
aunque la mayoría de estas salen del pueblo en busca del pan de cada día; por
esta razón, en las primeras horas de la mañana es común mirar pasar llenos los
microbuses que van para Jilotepec. Algunos ya no pueden trasladarse en ése y
deben esperar a que pase el siguiente; no esperan mucho tiempo porque ahora el
servicio ya es bastante regular, a diferencia de muchos ayeres en que éste
servicio era escaso. Los viernes, como es el tianguis en Jilotepec, hay más
servicio de transporte.
De
los señores que se quedan en el pueblo y tienen sus pocas vacas o borregas,
algunos las sacan a pastar a las besanas de las milpas, por eso, cuando
regresan a sus casas para el almuerzo, llegan con el pantalón mojado de rocío.
Las gentes de edad avanzada platican que hace ya algún tiempo a las señoras les
llamaban “molenderas” porque se encargaban de moler el nixtamal en el metate y
llevar el almuerzo a sus esposos a la milpa o al lugar de trabajo; pero ahora
ya son menos quienes quieren dedicarse a la agricultura, por eso cada cual se
dedica como puede a lo suyo, por lo que se está dando un paulatino abandono del
campo. Existen otros que se dedican a la engorda del ganado y tiene sus
corrales acondicionados para ello.
Otros
más salen temprano y por la tarde a recoger la aguamiel o tlachique y poder con
este elaborar el pulque: a pie o montados en su burro o caballo alegres van
silbando una melodía. A estos se le denomina “tlachiqueros”. Existen versos
populares que recuerdan este oficio:
“Sácate el acocote, vámonos
a raspar,
ésos magueyes viejos algo
nos han de dar…”
Ya en la tarde, cuando las personas han regresado de la escuela o
de sus trabajos, algunos jóvenes gustan de practicar el básquetbol en la cancha
que se encuentra frente a la casa parroquial, a un costado de la plazoleta, van
pocos porque otros no tiene tiempo ya que es necesario colaborar en los
quehaceres domésticos y también porque el espacio no es suficiente. Quienes han
tenido la oportunidad de ser autoridades del lugar no se han ocupado en dotar a
los jóvenes y niños de adecuados espacios de sano esparcimiento.
Por
las tardes es agradable pasear, a pie o en bicicleta, hasta El Bosque o El
Cerrito, se respira aire fresco, los pajarillos nos deleitan con sus oraciones
de la tarde y, si se llega hasta “La Calzada”
del Santuario, concretamente a la primera escalinata del lado oeste, desde allí
se puede apreciar la puesta del sol: cuando se va ocultando, desde que el disco
solar empieza hasta que termina, no tarda ni cinco minutos en desaparecer; el
cielo va cambiando de distintos tonos policromados: rojo, violeta, púrpura,
amarillo, algunas rayas blancas y otras negras.
Los
domingos es cuando se da más movimiento en el pueblo porque la gente, que es
muy religiosa, va a misa y al tiánguis que aquí le llaman “la plaza”. A muchos
jóvenes les gusta ir a misa de una de la tarde porque es un buen pretexto para
encontrarse con sus parejas. Para el observador común del lugar, un domingo en
Canalejas rompe la rutina y le puede dar temas para hablar toda la semana: se
confunde la algazara de la gente con el ruido de los motores de los vehículos,
se mezclan los gritos de los tianguistas con las voces de los compradores,
algunas familias degustan su consomé y barbacoa en las fondas o puestos. Pasado
el mediodía se encuentra bastante gente a pie de carretera esperando el autobús
que les llevará a la Ciudad de México o los microbuses para trasladarse a
Jilotepec y de ahí a México, ya sea porque allá tienen su empleo o porque allá
radican y únicamente vienen en plan de visita el fin de semana. Durante los
otros días el pueblo es tranquilo, por eso, algunas personas que lo han visitado
irónicamente le nombran “Pueblo Quieto”. Otra forma de entretenerse el fin de
semana es acudir como espectador o como jugador a los partidos de fútbol.
El
gentilicio de los habitantes de esta tierra de Dios es Canalejense, aunque en
el lenguaje corriente se le denomina Canalejo. También hay seudónimos para
identificarlos: se les nombra los Ahumados (pronunciando la h como una j), los
Empichados o los Patas Rojas. Tal vez las nuevas generaciones ignoren la razón
de estos sobrenombres, la cual es la siguiente:
Se
les llama “Ahumados” (o ajumados) porque allá por los últimos años del siglo
XIX y primeros del XX, los habitantes se dedicaban a la elaboración del carbón
de madera, por lo que constantemente traían sus ropas y piel cubiertas del
tizne o humo del mismo, y es de donde viene el seudónimo. O también, porque
como era común usar la madera de ocote como combustible, el humo de este se
impregnaba en sus ropas. Ahora la civilización ha hecho la vida más cómoda y
fácil, pero a mediados del siglo XIX y anteriormente era sumamente difícil
conseguir un cerillo, por lo que se hacía necesario conservar el fuego con las
brazas bajo la ceniza; y en caso de que se apagaran, se acudía con el vecino
más cercano por un tizón para volver a prender el fuego del hogar.
“Los
Patas Rojas” porque por aquellas mismas fechas no había transporte motorizado
para trasladarse a Jilotepec; los menos se transportaban a lomo de caballo o
burro, pero los más lo hacían a pie. El suelo del trayecto entre Canalejas y
Jilotepec es de tierra roja, y como vestían a la usanza indígena: camisa y
pantalón blanco, cuando llegaban a la cabecera municipal, traían colmados de
polvo rojo los pies hasta la altura de las rodillas. Cabe aquí hacer mención
que aun hoy es identificable buena parte del antiguo camino a Jilotepec, que
describiré más adelante.
“Los
empichados”, porque el invierno en Canalejas es crudo y el frío cala hasta los
huesos, por lo que durante la mayor parte del día, los habitantes que se
dedicaban al trabajo del campo, traían puesta su cobija, sarape o jorongo a los
cuales también se les denominaba “pichas”, aunque su significado de diccionario
es totalmente diferente. Por esta razón, jocosamente se dice que en Canalejas
solamente existen dos estaciones: la de los taxis y la del invierno.
El
pueblo, para una mejor administración, se ha organizado en 6 secciones o
manzanas, a saber: 1ª manzana: El Cerro, 2ª manzana: Bixe. 3ª manzana: El
Barrete. 4ª manzana: Pozos Viejos. 5ª manzana: El Chiquigüite, y 6ª manzana: El
Toté o El Monte. Hasta hace poco se consideraba como 7ª manzana: El Ejido, que
está dividido en dos secciones: Téupa y el Magueyal, pero actualmente son ya comunidades independientes.
Para ubicarlo: http://mexico.pueblosamerica.com/mapas/canalejas
Para ubicarlo: http://mexico.pueblosamerica.com/mapas/canalejas
No hay comentarios:
Publicar un comentario